Mis parábolas médicas: DOLOR en el PECHO y el ACERTIJO del GATO.

Alberto es un hombre relativamente joven y con historia de buena salud pero ahora está muy preocupado. Hace días ha estado sintiendo un dolor en el pecho. Él está convencido de que se trata de algún problema importante en el corazón. Alguien le ha dicho que necesita algunas pruebas médicas y una consulta con un cardiólogo, lo cual lo ha angustiado aún más.

Por eso ahora está sentado frente a mí, temeroso, inseguro, con el rígido encogimiento del que espera el golpe de una mala noticia, Alberto está “muertecito”. Pero en esa misma situación algunos otros pacientes reaccionan diferente y se muestran exigentes, casi desafiantes, solicitando todo tipo de exámenes en base a lo que hallaron en Internet, leyeron en la sección de salud de una revista de modas o un amigo les sugirió. Y como los médicos siempre estamos escasos de tiempo y encima de ello, algunos colegas no quieren “buscarse problemas”, existe la posibilidad de que ese tipo de paciente termine siendo “complacido” y le den lo que pida: fármacos, exámenes o hasta pruebas invasivas, aún cuando no los necesite y sean procedimientos costosos o hasta riesgosos.

Pero Alberto está angustiado y necesita respuestas. Lo interrogo, leo su historial, veo el electrocardiograma que me trae, le examino detenidamente y descubro que no es nada importante y que su dolor en el pecho no se debe a ningún problema en el corazón. Pero ahora viene lo verdaderamente difícil, lo más arduo: desmontar su miedo, su construcción mental, despejar las dudas y el temor. O sea, casi nada: prácticamente resucitar a quien se da a sí mismo por "muerto". Un viejo profesor decía que es muy fácil decirle a alguien que está enfermo, eso lo hace cualquiera, incluso a la ligera y sin evidencias. Lo realmente difícil en medicina es decirle a alguien que no tiene nada importante, que está sano o por lo menos no tan enfermo como pensaba.

Para este tipo de situaciones de dolor en el pecho de causa no cardíaca, tengo preparada otra “parábola médica”, un recurso de comunicación para que el paciente comprenda y retenga mejor la información, al tiempo que relaje su tensión emocional (con suerte quizás incluso le haga sonreír) y favorezca un clima de diálogo y confianza:

Yo: Bien, Alberto, ahora necesito que Ud. me preste atención, se concentre y trate de responder un acertijo o adivinanza y si lo logra se llevará un premio. ¿Ha entendido?

El paciente: ¿…?
(Total perplejidad, pero máxima atención)

Yo: ¿Ya está listo? ¡Allá voy! ¿Cómo se llama el animal que es pequeño, tiene bigotes, le gusta la leche, caza ratones y dice “miau”?

El paciente: ¡Eso es muy fácil! ¡Es un gato!
(Ahora quizás esté sonriente, pero aún extrañado pues no sabe a qué viene todo esto ¿se habrá vuelto loco el médico?)

Yo: ¡Muy bien! ¡Usted se ha ganado el premio! Pero antes dígame, ¿le fue muy difícil identificar al animal?

El paciente: ¡Para nada!
(Y me mira aún más convencido de que a su médico le falta un tornillo)

Yo: Pero y si yo le hubiese dicho que el animal tiene mas de un metro, pesa más de 200 kilos y en lugar de cazar ratones come personas ¿Qué me diría? ¿Seguiría pensando que se trata de un gato?

El paciente: Pues en ese caso es muy evidente que se trata de otro animal, quizás un tigre o un león, pero nunca un gato.

Yo: En efecto, esas otras características le harían inmediatamente descartar la idea de que es un gato (al menos uno doméstico común y corriente).

El paciente: ¡Por supuesto!

Yo: Pues bien, Alberto, cuando un paciente como usted, nos describe a los médicos todas las características de un dolor o molestia en el pecho, por lo general podemos identificar con bastante exactitud si es causado por alguna enfermedad del corazón o si es otra cosa. Y ello de un modo casi tan sencillo y rápido como para usted fue identificar al gato de mi acertijo.
Alberto, no siempre que hay dolor en el pecho es por algún problema cardiaco, y esas molestias en el pecho que usted ha estado teniendo no tienen las características propias de una enfermedad coronaria o cardíaca.

El paciente: ¿Doc y el premio que me prometió por adivinar?

Yo: ¡Cierto! ¡El premio! Pues resulta que… ¡ya se lo dí! El premio es la buena noticia de que usted no tiene nada mal en su corazón.
.
.
Si te ha sido de utilidad este artículo, prémianos con un LIKE y también COMPÁRTENOS porque alguien puede estar ahora mismo necesitándonos.

Somos Medicina Explicada, donde te lo decimos todo para que te sientas bien.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares